YOLANDA SANTAMARÍA GALERÓN
Las niñas no son cosas
El siguiente proyecto se ha realizado entre 2017 y 2019
Receta social
2019
Construcción
Especias Esenciales
La cocina, un espacio históricamente asociado a lo femenino, se transforma en un lugar de creación del género. Dentro de la asociación del espacio se ha procurado dividir el espacio público como lo masculino y el espacio privado como lo femenino. Siendo la cocina, dentro de la casa, el espacio más femenino por ser un lugar asociado con los cuidado.
A través de esta obra queremos crear una representación de la cocina que a través de sus elementos intenta crear una nueva redefinición del género. De esta forma se descomponen estos actos repetitivos y asociados a cada género como si se tratara de ingredientes, para que cada uno genere su nueva receta fuera de los roles de género preestablecidos y estandarizados.
La instalación se compone de dos piezas: Construcción, es una litografía que se ha intervenido con tierra y arena, y Especias esenciales que se recrea más el espacio de la cocina a través de una balda en la que hay botes de conserva, especias y tarros.
Cómo se puede observar los botes de especias contienen diferentes tipos de arena y tierra, que funcionan como ingredientes. Aquí utilizamos el mito de la creación de la Iglesia Católica con “polvo eres y en polvo te convertirás” o a la tradición Judeo-cristiana de que el ser humano fue creado del barro, como punto de partida para la creación, en este caso, no de la especie, sino del Yo permanente. De esta forma estos ingredientes forman parte de la creación o construcción del Yo.
También se observa dos tarros en la balda, en la que hay escritas dos vocales que se relacionan con el género de las palabras, en esta caso una A y una O (chicA/ chicO). Estos tarros son fuentes de almacenamiento/memoria de conceptos o actos que asociamos a cada género. La idea surge de cómo el lenguaje es otro sistema de poder que perpetua la situación del patriarcado basándonos en la teoría de Monique Witting. Para ella es necesario una redefinición del lenguaje eliminando aquellos conceptos que afectan al género.
Por así decirlo los ingredientes, de la balda, como apunta Judith Butler, son esos actos performativos, que realizados de forma dramática y no referenciada termina por construir ese Yo permanente.
Y por ultimo Construcción, la obra pictórica, se trata de la construcción de género a través de una receta normativa. Se podría decir que es un ejemplo literal de la receta heteropatriarcal.
Por el contrario el niña/o sigue siendo blanco, la ausencia de color, que recrea esa futura construcción del género ya que en la infancia es cuando comenzamos a repetir una seria de actos y actitudes que terminan de construir un yo permanente.
De esta forma se desestructuran estos actos/ingredientes para que cada uno genere su nueva receta fuera de los roles de género
La Casa de muñecas que es juguete habitual de la infancia, en el que los niños se meten y juegan en roles a través de muñecos, que se introducen en un contexto (un paseo en coche, cocinar, ir de compras..) en este caso el hogar. Cuando juegan las muñecas suelen reflejar la figura de madres, padres y hijos, familias heterosexuales, la madre se queda en casa cuidando de los hijos y realizando las tareas del hogar y le padre sigue siendo la figura que se encarga de trabajar fuera de esta, repitiendo así los patrones socialmente aceptados.
Por otro lado la pieza del altar, recrea una tradición de Castilla y Leon y la Iglesia Católica, en la que sus creyentes se van pasando de casa en casa la figura del Santo /Patrón / Virgen de su pueblo, que va resguardada en una especie de mini altar transportable.
El titulo también hace referencia al primer lugar o primer espacio habitado, haciendo un juego de palabras refiriéndonos a nuestras antepasadas que también han repetido estos mismo roles.
En la obra se vinculan las dos figuras representando como un rol que ha de cumplir la niña situándose como la Virgen. De ahí que la figura elegida sea Maria Auxiladora (La virgen con el niño) ya que otro rol con el que suelen jugar las niñas es el de ser madre. Además de que sea una pieza itinerante (aunque la propia escultura se quede en una misma posición en la sala, nos referimos a la idea de Santuario o altar) recrea la idea de que este acto de juego (de las niñas) se repite en todas las casas.
Estos estereotipos y atributivos vinculados históricamente a cada sexo se desarrollan en la infancia y terminan por construir el género. Un género que se basa en una construcción social que los niños tienden a reproducir todavía, en el juego.
Vientre del vientre de mi vientre
2017
Caja de madera, terciopelo y figura de resina.
Medidas Variables.
Mi primera comunión
2018
Oleo sobre tabla
Medidas individual: 15 x 9
Completa: 120 x 55
Normativa de vestimenta
2018
Delantales serigrafiados
Medidas Variables
Patrones cautivos
2017
Tela, xilografía y tazas esmaltadas en efecto pizarra
Medidas Variables (165 x 300x 30)
La obra es una instalación con varios elementos: una tela xilografiada con un patrón similar al de un azulejo y una serie de objetos, utensilios de café, (tazas, platos cucharillas cafeteras...) esmaltados con efecto pizarra. La tela esta sujeta con dos pinzas, en una cuerda de tender, simulando ropa tendida. El resto de elementos se reparten por el suelo.
Relaciona conceptos como las labores del hogar y un espacio de la casa. El patrón del paño reflexiona sobre un espacio históricamente asignado a la mujer, la cocina, y por otro lado incluye la figura de la Virgen para vincularlo con la Iglesia católica y el heteropatriarcado. Ya que la Virgen es la representación de la mujer celestial en la Iglesia.
Las tazas y la jarra, es la servidumbre, concepto que todavía se asocian a la mujer. La mezcla de la cocina y la servidumbre nos sugiere la figura de ama de casa, un rol social impuesto a la mujer, por asociación de su función primitiva de esposa y madre. La figura de ama de casa que se revalorizo durante los años 60, gracias a la publicidad y los medios de comunicación, dio resultados insatisfechos. Como apunta el libro de Betty Friedan.
“la mística de la feminidad”, una especie de síntoma barra enfermedad, en el que las mujeres se sentían insatisfechas con su vida soñada, la que publicitaba las revistas femeninas, de madre, esposa y ama de casa perfecta:
Cuando (la mujer) hacía las camas, la compra, ajustaba las fundas de los muebles, comía sándwiches de crema de cacahuete con sus hijos (...) y se acostaba junto a su marido por las noches, le daba miedo hacer, incluso hacerse a sí misma, la pregunta nunca pronunciada: ‘¿Es esto todo?”(Friedan)
Encerradas en el hogar, una celda invisible, hogareña y socialmente aceptada por la sociedad. La mayoría que había estudiado o había trabajado, había abandonado sus puestos por una vida idílica y soñada, que con el tiempo se volvía monótona y las hacia sentir inservibles. Muchas se sentían así pero eran incapaces de compartirlo, su vida se convertía en una celda transportable e imperceptible.
De ahí que la pieza, en las fotografías, este ambientada en varios lugares. En concreto espacios donde habitualmente las mujeres tendían la ropa, de ahí el carácter rural y ruinoso de los ambientes. Debemos de ser conscientes que la lavandería, hasta la invención de la lavadora el 1904 (aunque no se extendió su uso hasta los años 50), era una de las tareas más costosas y laboriosas. Aunque aquí simularemos el espacio atando una cuerda de tender a dos mástiles de madera, creando así un tendedero.
Con ello queremos reflexionar sobre la existencia de los roles de género y los atributos y conceptos asociados a cada uno. En este caso la asociación que existe de ama de casa y mujer, ya que en la actualidad, las mujeres dedican casi tres horas más diarias2, al cuidado de los hijos y del hogar existiendo todavía una brecha en el reparto de las tareas de la casa. De esta forma queremos criticar la imposición del rol de género y la función de ama de casa, en el que las mujeres todavía sienten la imposición social de cumplir con su “papel” en el hogar, una celda invisible que construye la sociedad.
FRIEDAN, Betty, “La mística de la feminidad” 2009, ediciones Cátedra, p.468